La profesión de agente inmobiliario ha sido muchas veces retratada en el cine y en las series de ficción, sobre todo en EE.UU. Allí es una profesión respetada y valorada, porque para ejercerla es necesaria una formación específica para poder examinarse y obtener la licencia.

En la mayoría de las películas y series americanas, salvo raras excepciones en las que se le ha parodiado, el agente inmobiliario aparece como un profesional de prestigio, respetado por su trabajo y sus servicios. Sin embargo, en el cine español no ocurre lo mismo. Una de las películas que peor retrata a un agente inmobiliario y que es un claro ejemplo de lo que nunca debe hacer un agente inmobiliario es La comunidad, dirigida por Álex De la Iglesia en el año 2000.

Se trata de una comedia negra con la marca personal distintiva de su director, que narra la historia de Julia, una agente inmobiliaria interpretada por Carmen Maura. Ella es una mujer sin mucho éxito en la vida, sin oficio ni beneficio, una buscavidas que en un día cualquiera, en una de las visitas, se encuentra por casualidad 300 millones de pesetas en el piso de un anciano recién fallecido. A partir de ese momento, Julia tendrá que enfrentarse a los peculiares vecinos del edificio, conocedores del botín que escondía el antiguo inquilino.

Para dibujar un retrato aún si cabe más caricaturesco, De la Iglesia se inspiró en un edificio plurifamiliar, una tipología de construcción típicamente española, difícil de encontrar en otras culturas, donde son más comunes las viviendas unifamiliares aisladas, adosadas o pareadas, en las que la interacción entre los inquilinos no es tan común.

Para crear una comunidad tan esperpéntica como la que se retrata en la película, De la Iglesia se inspiró en el famoso cómic español 13 Rue del percebe del historietista Francisco Ibáñez, y dirigió a algunos de los actores más destacados del cine español: Emilio Gutiérrez Caba, Terele Pávez, Sancho Gracia, Jesús Bonilla, Kiti Manver, Ramón Barea, Mariví Bilbao, Luis Tosar y Antonio de la Torre entre otros.

Un agente inmobiliario no ve esta película como el común de los mortales, porque se indigna, se asombra y toma nota de todos los imperdonables deslices de la poco profesional Julia desde el minuto uno. Así es como he elaborado este manual de malas prácticas, que deberían ser un muestrario de alertas para los clientes. De esta forma, sabrían también si han contratado al profesional adecuado.

1. Nunca debes llegar tarde a una visita o hacer que te esperen los clientes. Lo correcto es llegar 10’ antes para abrir las ventanas, subir las persianas, preparar la visita.
2. No conocer el vecindario y la zona. Un buen agente debe conocer sus características, los servicios más próximos, los medios de transporte, etc.
3. No conocer a los clientes, su situación personal, sus necesidades, y basarse en presuposiciones. Es imprescindible empatizar y saber qué viviendas les pueden encajar y cuáles no, así no se les hace perder su precioso tiempo.
4. Enseñar un piso a ciegas sin haberlo visitado antes. Un buen profesional conoce a la perfección la vivienda que va a enseñar y sabe dónde está cada cosa.
5. Nunca, nunca, utilizarlo en beneficio propio o hacer uso de él para asuntos personales. Jamás un agente debe instalarse a vivir en una casa que no es la suya, por muy ideal que le parezca y menos aún llevarse allí a su pareja. Un profesional tiene casa propia y si no la tiene, se la busca, pero jamás se instala en una propiedad que tenga a la venta.
6. Negarse a hacer una visita porque le viene mal. Nunca debe perder una oportunidad de venta para su propietario. Un buen agente siempre enseña el inmueble, a no ser que se haya firmado un contrato de arras que indique que la propiedad se ha vendido.
7. Tomar excesiva confianza con los clientes, ser maleducado y, sin conocer su situación, echarlos de la visita. El buen agente actúa de manera profesional y es respetuoso con sus clientes.

Para terminar, os recomiendo ver la película porque pasaréis un rato entretenido: Comparto con vosotros un diálogo que mantiene Carmen Maura en el ascensor del edificio con una de las vecinas, interpretada por la estupenda Terele Pávez.

Terele Pávez: ¿Y su marido?

Carmen Maura: En la cama, agotado. Las mudanzas, ya sabe usted lo que son.

T. P.: Pues no. No tengo ni idea. Nací en esta casa y en esta casa pienso morir. Aunque la verdad no les he visto traer muchas cosas.

C. M.: Es que el piso estaba para entrar a vivir.

T. P.: ¿Conocía usted al ingeniero?

C. M.: ¿A quién?

T. P.: Al antiguo dueño.

C. M.: No, no. Yo compré el piso por una inmobiliaria.

T. P.: Jamás vendería mi casa por una inmobiliaria.

C. M.: ¿Por qué?

T. P.: Porque son todos unos ladrones, te roban el dinero sin hacer nada.

Habréis comprobado que la agente inmobiliaria no goza de buena fama, y no es para menos si nos basamos en el indeseable ejemplo de la protagonista de La comunidad. Afortunadamente, los tiempos cambian y el sector se ha profesionalizado y elevado su estándar de calidad de los servicios, gracias a la excelencia de su formación.